¿Mi empoderamiento femenino se convirtió en masculino?





Por: Frida Marticorena



15 de Junio de 2023



Hace años fui Gerente de Recursos Humanos de una empresa industrial, en la cual el único puesto gerencial ocupado por una mujer fue el mío y era la primera vez. Antes había sido ocupado por hombres. Desde la sede central había una exigencia de contar con mujeres en puestos directivos.


Yo era una mujer segura, decidida, con claridad de lo que quería y lo que podía ofrecer, considero fue lo que contribuyó a que consiguiera el puesto, además de la experiencia. Sin embargo, la batalla más importante y dura no había empezado, estaba dentro. En una hashtag#organización dirigida por hombres para hombres, una mujer era difícil de encajar.





Me gustaba ir muy femenina, con mis vestidos, mi cabello largo y suelto. En los comités se escuchaban cuchicheos sobre mi vestimenta o cabello, como si fuera relevante, lo cual era incómodo. Incluso hacían bromas poco adecuadas, por lo que muchas veces tuve que alzar la voz y poner orden, impartiendo temor. Era claro que tenía que darme mi lugar como mujer profesional que venía a impactar con resultados y no a cubrir una cuota de género. Pasaron tres años de mi vida adaptándome a la hashtag#cultura y posicionándome, llegando a abrir caminos a nuevas y jóvenes profesionales en la hashtag#organización, asumiendo varias de ellas puestos directivos.


Lo anecdótico de este proceso de empoderamiento femenino es que para lograrlo me “masculinicé”. Aquella mujer femenina de hacía tres años había desaparecido. Sin darme cuenta había ido transformando mi apariencia: cabello corto, siempre en pantalón y con trajes masculinos, un lenguaje duro y directo. Había cambiado mi manera de ser, vestir, de hablar, de relacionarme. ¡Cuidado! No digo que sea malo ser masculino/a, lo que considero que está mal es que modifiquemos nuestra esencia para adaptarnos y no busquemos armonizar y capitalizar las diferencias. Y no hablo solo de las diferencias de género, sino de cualquier índole.


En mi caso este proceso fue lento e inconsciente. ¡Cuidado! Pues no nos damos cuenta que estamos transformándonos y no nos podemos hacer cargo de nosotros/as mismos/as. Felizmente una colega fue quien me hizo notar mi transformación y pude tomar las riendas y nuevamente volver a ser yo misma, sin sacrificar mi lado femenino, ni masculino. Considero que si conocemos el potencial de nuestras características podemos sacarle provecho a todo: la profesión y a la vida misma.


El ambiente y la cultura de una organización puede condicionarte y transformarte por nuestra necesidad de adaptación y sobrevivencia. La clave es siempre analizarte, evaluarte y ver si vas por el camino correcto, sin perder tu esencia.